Una de las cosas más interesantes del mundo de la cerveza, y de la que nunca nos cansaremos, es la ingente variedad de estilos que podemos encontrarnos y su variedad de procedencia. Además de los ya tradicionales países cerveceros europeos, otro país del viejo continente también ha conseguido crear un estilo de cerveza propio y autóctono, como es el caso que hoy nos ocupa, el Italian grape ale, un estilo 100% italiano que aúna lo mejor de dos mundos, el vino y la cerveza.
El Italian grape ale (también nombrado por las siglas IGA) es un estilo muy particular y con una gran variedad de matices teniendo en cuenta sobretodo el tipo de uva empleada (sangiovese, nebbiolo, croatina, brachetto, timorasso, freisa, malvasía, vermentino,…), su procedencia y por supuesto la mano del maestro cervecero. Aquí el terruño también deja su sello particular, originalidad, personalidad e innovación podrían definir perfectamente este estilo. Como bien dice Lorenzo “Kuaska” Dabove, catador y juez de cerveza, escritor y profesor de renombre internacional “las cervezas de uva son el resultado de una característica única de Italia, su biodiversidad. En unos pocos kilómetros, la fragancia y el aroma de las materias primas cambian, y esta es la mayor fuerza que tenemos”.
El color de una cerveza Italian grape ale pueden variar desde dorado, cobre, rosa o marrón oscuro. La espuma puede ser blanca a rojiza, generalmente con una retención media. Naturalmente las características aromáticas de la uva que se ha utilizado deben ser notables en la cerveza, pero al mismo tiempo equilibradas con el resto de aromas. El carácter de la malta suele ser muy bajo y el aroma del lúpulo puede variar desde medio-bajo hasta ausente. Por lo general, estas cervezas tienen notas afrutadas y tropicales que recuerdan a la piña, cereza o fresa. También pueden llegar a tener notas agrias, pero no tan marcadas como las de una Lambic o una Flemish Ale.
El movimiento cervecero italiano ya está más que consolidado en el mercado y nos llevan unos cuantos años de ventaja. Hoy Italia puede presumir de ser una de las culturas artesanales más emocionantes y creativas del mundo. Solo una década atrás, las cervecerías artesanales se contaban en decenas, pero en 2011 el número había aumentado a más de 300 y hoy en día ya pasan del millar.
En 2014, la asociación de cerveceros italianos, Unionbirrai, dejó de incluir este estilo de cerveza en la categoría Fruit Ale (cervezas de fruta) y les dio su propia denominación: Grape Ale. Fue entonces cuando en Mayo de 2015 el BJCP (Programa de Certificación de Juez de Cerveza), la organización fundada en 1985 para promover la cultura cervecera y desarrollar herramientas y metodología para evaluar la cerveza, en su revisión de pautas de estilo, definió e incluyó el estilo como Italian Grape Ale.
Un poco de historia
Si nos remontamos unos cuantos siglos hacia atrás entenderemos un poco mejor el porqué de este estilo y por qué en Italia. Italia generalmente se consideraba, y se considera, un centro de la cultura del vino y por lo tanto se consideraba como un lugar donde la cerveza era, en el mejor de los casos, algo banal y pueril. Sin embargo, tal vez sea sorprendente que Italia haya hecho importantes contribuciones al mundo de la cerveza a lo largo de su larga historia, desde la antigua Roma hasta la actualidad. Recientemente publicamos un artículo sobre la cerveza bajo la sombra del Imperio Romano, así que no me extenderé demasiado en repetir algunos datos, pero ya por aquel entonces los antiguos romanos elaboraron cerveza a gran escala por primera vez poco después de Octavio, más conocido como el emperador Augusto (63 a. C.- 14 a. C.), quien derrotó a los navíos egipcios bajo las ordenes de la reina Cleopatra (69 a. C. a 30) y su amante romano Marco Antonio (83 a. C. a 30 a. C.) en la batalla de Actium o Accio.
Una de las primeras menciones sobre la cerveza fue del historiador, geógrafo y filósofo romano de origen griego Strabo, quien concluyó que los ligures, pueblo protohistórico de Europa que habitaban el sudeste francés y el noroeste italiano, vivían «principalmente de ganado, leche y una bebida de cebada ”.
Durante el reinado del emperador Marco Aurelio, los romanos llegaron a construir una cervecería a gran escala para 6.000 legionarios de élite en Castra Regina (Ratisbona – Alemania) en las orillas del Danubio. Esta cervecería fue excavada entre 1974 y 1980 y ahora se considera el yacimiento cervecero más antiguo mejor conservado, donde se elaboraba cerveza no a partir de pan, como era habitual en las cervecerías tribales en ese momento, sino a partir de puré de granos. Con la caída y desaparición del Imperio Romano la cultura cervecera en Italia disminuyó drásticamente, en gran parte también debido a la mayor dificultad para el cultivo de cereal y la mayor extensión para el cultivo de la vid, mucho más proclive por el clima y el tipo de suelo que se daba en muchas regiones de Italia.
Ya en la Eda Media la poca cerveza que se consumía en Italia se consumía principalmente en el Norte del país, en las zonas más cercanas al Este de Europa, pero a finales del s. XVIII la situación daría un vuelco con la apertura en 1789 de la considerada primera cervecería italiana en la localidad Nizza Monferrato, en la región de Piamonte, de la mano de Giovanni Baldassarre Ketter. Dos años más tarde, Baldassarre vendió su cervecería a Giovanni Debernardi, quien logró obtener una licencia para vender cerveza en toda la región del Piamonte. Para el año 1890, casi 3 décadas después de la reunificación italiana de 1861, conocida como el «Risorgimento», y llevada a cabo por Giuseppe Garibaldi y Camillo Benso, había unas 140 cervecerías operando en Italia. A finales de siglo ese número casi se había duplicado.
Anton Dreher, de quien ya contamos también su historia de espionaje cervecero, tuvo gran influencia en Italia en la elaboración de cerveza a gran escala. Su cervecería situada en Schwechat, cerca de Viena, era la sede de la empresa más grande del imperio austro-húngaro, que incluía, además de Austria y Hungría, Bohemia, Moravia, Eslovaquia, parte de los Balcanes y una gran parte también del Norte de Italia. Dreher tenía una fábrica de cerveza en la localidad italiana de Trieste, situada a orillas del mar Adriático, y que fue fundada en el año 1896 bajo en nombre de Birra Dreher y comprada años más tarde, en 1974, por el gigante cervecero Heineken.
Desde 1996, Heineken también posee Birra Moretti, fundada en Udine, en 1859 por Luigi Moretti; así como Ichnusa en Cerdeña, Birra Messina en Sicilia, Birra Wührer en Brescia y Von Wűnster en Bergamo. La otra cervecería italiana conocida internacionalmente, Birra Peroni, fue fundada por Giovanni Peroni en Vigevano (Lombardía) en 1846 y se mudó a Roma en 1864, ahora es propiedad del gigante SABMiller.
El resurgir de la cerveza artesana en Italia
La cultura cervecera artesanal en Italia se remonta aproximadamente al año 1996, cuando las primeras cervecerías, Baladin, Birrificio Lambrate y Birrificio Italiano, abrieron sus puertas principalmente en el Norte de Italia, y como pasó con muchos otros países todo fue debido a la gran influencia norteamericana que llevaba despierta desde finales de los 70. No solo se vieron influenciados por el movimiento americano sino también por las arraigadas culturas de países más cercanos como Bélgica, Alemania o Inglaterra.
Los italianos aman su gastronomía y en consecuencia sus productos más locales, tienen una gran mentalidad de lo que llamamos producto de kilómetro 0 y en este sentido los cerveceros no son una excepción. Les encanta utilizar todo tipo de productos locales a la hora de elaborar sus cervezas como es el caso de este estilo del que hablamos, donde utilizan uvas única y exclusivamente de sus zonas más cercanas, pero también elaboran por ejemplo cervezas de castaña, ya que el castaño es un pilar culinario en muchas cocinas regionales italianas. Hay muchas competiciones cerveceras en Italia donde se incluye una categoría llamada birra alle castagne (cerveza de castaña).
Otro de los nombres importantes en Italia dentro de la escena artesana es el de Birrificio Montegioco, situada en las colinas Tortona en la región de Piamonte, dond Riccardo Franzosi, su maestro cervecero, elabora cervezas con duraznos de Volpedo, cerezas de Garbagna y uvas Timorasso. Para elaborar su italian grape ale, Franzosi explica que primero despalillan las uvas, después las trituran y luego las cocinan brevemente para reducir la cantidad de levadura salvaje que se encuentra en la piel de la uva. Después el mosto cocinado se mezcla con un tipo de cerveza rubia ya fermentada dando paso a una segunda fermentación desencadenada por la levadura de la uva. Finalizado este proceso deja un periodo de dos o tres semanas de reposo para que las pieles se maceren bien en la cerveza pasando después el mosto resultante a una barrica de roble francés donde la cerveza madurará o envejecerá durante unas semanas. Finalmente se embotella y se vuelve a dejar un periodo de reposo en botella para que la cerveza termine de asentarse por completo.
Esta floreciente escena artesanal está dando muy buenos frutos en el sector cervecero italiano, en el año 2016 Italia fue pionera en Europa en obtener una ley que regula la cerveza artesana, y entre los años 2010 y 2017 se registró un incremento del 32% en las ventas de cervezas artesanas en el canal de gran distribución en Italia, con una facturación de 1.600 millones de euros. Destacan en particular las cervezas especiales, las cuales tuvieron un incremento en las ventas de casi el 50% en volumen y el 70% en valor, mientras que en la cerveza tradicional fue de un 15,2% y 21,4% respectivamente. A partir de 2010, la cerveza superó al vino como la bebida fermentada favorita de los italianos, algo impensable hace tan solo 20 años.
Además de Italia, también hay otros países donde se elaboran cervezas con uva o con mosto de uva, no en vano uno de los primeros en experimentar la elaboración de cerveza con uva fueron los americanos de Dogfish Head (Delaware), cuando en el año 1999 trataron de recrear una cerveza antigua a la que llamaron Midas Touch y para la que emplearon uva moscatel, miel y azafrán.
Aquí en España también se han elaborado varias cervezas con uva de vino o mosto de uva, por cercanía mencionaré la cerveza riojana Ceriux, perteneciente a la cervecería Palax, situada en la localidad de Nalda (La Rioja). Dentro de su gama de cervezas elaboradas con mosto de uva se encuentra la Ceriux Vendimia, elaborada con uva Tempranillo, tanto en su variedad de blanca como tinta. Su versión de uva tinta es fresca y ligera, de trago largo con aromas a vino y frutos rojos (cereza, frambuesa). Sedosa en boca, con un final en boca agradable y persistente que invita a tomar otro trago. Su versión con uva blanca es algo más compleja y fresca, con buena acidez aportada por la uva y con final persistente, también con aromas frutales marcados por notas de melocotón y manzana verde sobre un fondo de cereal.
Sin duda el Italian grape ale es un estilo muy particular y lleno de matices que merece mucho la pena probar, y si puede ser en Italia, con un buen plato de pasta y con una buena compañía mucho mejor.
Salud!!
Fuentes: gamberorosso.it, Tastes of Italia magazine (Pat Thomson), beer and brewing magazine, italianinsider.it