Estilos

Baltic porter, un estilo con tradición y personalidad propia

Ahora que parece que sí vamos a entrar en el otoño, con su tiempo y temperaturas apropiados de la época,  apetece empezar a hablar, y a beber, de cervezas con mayor cuerpo, graduación alcohólica y sabor intenso que tan bien sientan en los días fríos y lluviosos. Uno de esos estilos es el que nos trata hoy, el Baltic Porter, y del cual me declaro fan incondicional.

Este estilo es hermano, casi gemelos, del estilo Imperial Porter y es descendiente directo de las clásicas Porter británicas del S.XVIII. Desde colores rojos caoba hasta intensos negros, complejas y licorosas, estas cervezas pueden incluso aproximarse a las clásicas Barley wine de las que hablamos la pasada semana.

Se podría decir, en cuanto al perfil de sabor,  que estas cervezas son profundas, densas y reflexivas. Con sabores, dulces, notas de pasa, fruta negra madura, toques de regaliz e incluso notas de café, chocolate y tostados. Diversidad de sabores que se entremezclan con una sensación suave y sedosa en boca acompañada de una intensidad aromática notable y persistente. En sus versiones más oscuras podemos encontrar mayor presencia de lúpulos, generalmente lúpulos clásicos ingleses, al contrario que sus versiones más claras donde el lúpulo es más discreto.

Los cerveceros del báltico tomaron “prestado” el estilo de los ingleses y la tecnología de los alemanes y checos para crear su propia versión. Algunas Baltic porter son de alta fermentación y fieles a sus raíces, pero otras, a diferencia de las porter londinenses, son de baja fermentación, produciendo una redondez suave en la cerveza. Su graduación alcohólica puede oscilar entre los 5,5 y los 9 grados generalmente.

Cómo surgió el Baltic porter?

Como ya hemos dicho antes este estilo comparte muchas características sensoriales, tradiciones, origen e historia con las Imperial porter. Las fábricas de cerveza británicas de los siglos XVIII y XIX eran ya famosas por sus porter y buscando expandir mercados y alianzas comerciales en el este, los británicos exportaron sus cervezas oscuras a los puertos del norte a través del Mar Báltico, tocando Escandinavia, Finlandia, los estados bálticos de Estonia y Letonia, el oeste de Rusia y las ciudades portuarias de Europa continental. Hay que recordar que los británicos ya exportaban su cerveza porter a las Indias Orientales aunque allí acabaron triunfando más las India Pale Ale debido, entre otras cosas, a su cuerpo más ligero y que resultaban más refrescantes y saciantes para aquellas temperaturas.

Estas cervezas destinadas a la exportación se hicieron más fuertes y densas de lo normal, lo que les permitió soportar mejor el viaje. La fuerza alcohólica extra que adquirían fue sin duda un atributo bienvenido en aquellos países de duros inviernos.

No pasó mucho tiempo antes de que estas cervezas comenzaran a adquirir cierta fama y esto convenció a muchas pequeñas fábricas locales a comenzar a elaborar sus propias versiones de Imperial porter. En términos generales, las fábricas de cervezas eslavas y bálticas elaboraban, y elaboran hoy en día, cervezas de baja fermentación que se asemejan a las bocks en fuerza y​sabor mientras que los cerveceros escandinavos usan la fermentación alta para que sus cervezas conserven el carácter oscuro de la malta tostada.

A finales de 1700, la Anchor Thrift’s Henry Brewery de Londres, famosa por sus cervezas negras, envió una versión más densa de sus cervezas a los países bálticos. Gran parte de la cerveza estaba destinada a Rusia, cuya emperatriz, Catalina la Grande, había desarrollado un gusto excepcional por ella. Aunque bien es cierto que debido a las conexiones imperiales la cerveza que se enviaba principalmente a la nobleza rusa acabó derivando en el estilo que hoy conocemos como Stout o Imperial Stout, con características similares a las Imperial porter. También conviene decir que la palabra “Imperial” acompañaba al nombre del estilo haciendo referencia a una cerveza de carácter más fuerte y marcado, no por su vinculación comercial con la nobleza rusa.

En 1819, el emigrante ruso Nikolai Sinebrychoff comenzó a producir su propia versión de porter en la fábrica inaugurada en Helsinki, Finlandia. La cervecería Le Coq también se inauguró a principios de ese siglo, en Tartu, en lo que ahora es Estonia. Ese sitio fue seleccionado porque el agua se consideró un excelente sustituto de las aguas londinenses del Támesis, el ingrediente esencial para elaborar estas cervezas. Suecia también comenzó a fabricar su Imperial porter en 1791, cuando William Knox llegó de Inglaterra a Gotemburgo y construyó una fábrica de cerveza allí. En 1836, el emigrante escocés David Carnegie se había establecido cerca de la zona también y comenzó a preparar la famosa Carnegie Porter.

Todo esto desató una tormenta perfecta para el desarrollo de las Baltic Porter donde su tradición se mantiene hasta nuestros días.

Desde Suecia hasta Polonia. El Baltic porter en la actualidad.

Si alguna vez hubo un país donde una cerveza fuerte y oscura fuese más reconfortante, Finlandia lo sería sin duda. Es un país que combina pintorescas tradiciones rústicas con una perspectiva progresiva hacia el futuro. Finlandia produce, en la cervecería Sinebrychoff de Helsinki, una porter de estilo báltico que es un poco más fuerte, rica y torrefacta que las tradicionales londinenses. La cerveza se elabora ​​desde 1957 y su renacimiento rinde homenaje a las exportaciones londinense de antaño.

Estonia es otro país que ha estado elaborando cerveza  durante más de mil años. La primera referencia escrita a la cerveza en lo que ahora es Estonia data de 1284. En tiempos modernos, la agitación política dejó a la industria cervecera del país un tanto inestable hasta hace poco tiempo. Dos fábricas antiguas de cerveza, Saku y Tartu, fundadas a principios del siglo XIX, son las que llevan en cierta manera las riendas en la elaboración de Baltic porter en este país.

Carnegie and Co., la cervecería más grande de Suecia, produce la Baltic porter que más se asemeja a las porter originales de Londres. Esta cerveza, llamada Stark Porter, es una joya. Al menos eso dicen de ella, porque yo no la he podido probar aún.

Por encima de estos países Polonia tiene la mejor variedad de Baltic porter, tal vez debido a la historia cervecera del país y la ubicación geográfica. Las cervecerías polacas adoptaron a mediados del siglo XIX las tecnologías de elaboración de sus vecinos alemanes y austriacos (gran parte de Polonia estaba bajo control alemán y austriaco durante este período).
A día de hoy hay aproximadamente 80 cervecerías activas en Polonia, aunque principalmente elaboraron cervezas pálidas, similares a las pilsner alemanes y checas, y cervezas oscuras que recuerdan a una Dunkel de Munich. Pero hay varias cerveceras que producen excelentes Baltic porter e Imperial porter con una gran aceptación entre sus ciudadanos.

Regresando a mis palabras iniciales, ahora que se acerca el tiempo frío y menos apacible, este estilo es una apuesta segura para acomodarse bien tapadito en el sofá y disfrutar de la tarde, o de la mañana, según se tercie. Acercaros cuanto antes a vuestra tienda especializada, ya sea física u online, y haceros con un buen acopio de estas cervezas para vuestra reserva invernal, por que como bien sabéis Winter is coming.

Salud y buen fin de semana.

 

Fuentes:

allaboutbeer.com

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