Por muy raro que pueda parecer la escritura y la cerveza han estado unidas o relacionadas desde tiempos ancestrales. Las primeras referencias a la cerveza son casi tan antiguas como la escritura (3500 a.c). Una de las referencias más significativas son un conjunto de tablillas cerámicas cuneiformes, fechadas en el 2050 a.c. y halladas en Mesopotamia (Irak actual) que hacen referencia a un tipo de bebida obtenida de granos de cereal fermentado que “hace la vida feliz y el corazón gozoso”.
En estas tablillas se hacía referencia al término cerveza como «alulu» y describían cómo un pan cocido se desmigaba y se empapaba en agua, lo que originaba la fermentación alcohólica, y que en lugar de usar una jarra se bebía en grupo directamente de la tinaja con unas pajas largas para evitar absorver los tropiezos que flotaban en dicha bebida.
Años más tarde los historiadores griegos y latinos nos dejaron grandes descripciones de las costumbres de los pueblos bárvaros a los que conquistaron. Entre esas costumbres destacaban la del consumo de cerveza y otra bebida alcohólica a la que llamaban hidromiel.
Estas descripciones eran bastante subjetivas, ya que de lo que se trataba era de justificar sus conquistas sobre estos pueblos haciendo ver que ellos (griegos y romanos) eran mucho más sutiles frente a la barbarie de sus vecinos.
Siglos después, ya en la edad media, y con el cristianismo gobernando Europa gracias a los monasterios y las abadías, la cerveza se afianza como la principal bebida en la Europa continental. Y gracias a la labor de estos monasterios se incluyen en los libros continuas referencias al consumo y producción de la cerveza así como la aparición de las primeras recetas de diferentes estilos.
Todo esto es en referencia a la comunión más histórica y antigua entre la cerveza y la escritura, o lo que es lo mismo, la literatura de entonces. Con el paso del tiempo y la evolución de la especie y las civilizaciones, la literatura se introdujo en nuestra cultura y se afianzó como una expresión artística muy importante a la cual debemos mucho y donde como era de esperar grandes escritores no se olvidaron de mencionar a la cerveza en muchas de sus obras.
Stevenson, Bukowski, Poe y compañia
Uno de ellos fue Robert Louis Balfour Stevenson (Edimburgo, Escocia, 13 de noviembre de 1850 – 3 de diciembre de 1894), un novelista, poeta y ensayista escocés. Stevenson, que padecía de tuberculosis, solo llegó a cumplir 44 años. Se le conoce principalmente por ser el autor de La isla del tesoro, la novela histórica La flecha negra y la popular novela de horror El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde.
Además de estas grandes obras Stevenson también escribió un poema sobre la cerveza de brezo que hacían los pictos, una confederación de tribus que habitaba en lo que actualmente es el norte y centro de Escocia, desde tiempos del Imperio Romano. Esta cerveza lleva flores de brezo, por eso la llamaban heather ale, se producía en Escocia desde el año 2000 a.C y se utilizaba el brezo como precedente de lo que ahora es el lúpulo. El poema es algo extenso pero merece la pena leerlo.
«De las campanillas del brezo lograron una bebida excelente, mucho más dulce que la miel y más fuerte que el vino.
La elaboraron y bebieron, y vivieron en paz años y años en sus moradas bajo la tierra.
Hubo un rey en Escocia, cruel con sus enemigos. Batió a los pictos en batalla y los cazó como corzos persiguiéndolos millas y millas por la montaña roja. Los cazó mientras huían, cubriendo sus cuerpos enanos, cadáveres y heridos.
Llegó el verano a esas tierras, la campana del brezo estaba roja, pero no quedaba nadie con vida para recordar la receta.
En tumbas, como de niños, los cerveceros del brezo yacían sin vida.
El rey del páramo rojo cabalgaba un día de verano, las abejas zumbaban, y los zarapitos chillaban en el camino.
El rey cabalgaba, iracundo, sombrío su semblante y pálido, por estar en tierra de brezos y no poder gustar su cerveza.
Sucedió que sus vasallos cabalgando por los alrededores, encontraron una piedra caída que escondía unas sabandijas.
Arrancaron de su escondrijo, sin que dijeran una palabra, a un hijo y su padre anciano, los últimos del pueblo enano.
El rey desde su montura contempló a los pequeños hombres, y la pareja de enanos miró a su vez al rey, quien les dijo:
«Os perdonaré la vida, bellacos, por el secreto de la bebida».
El padre y el hijo contemplaron cielo y tierra, el rojo brezo alrededor, a lo lejos el bramido del mar.
Se levantó el padre y dijo con voz chillona:
«quiero unas palabras en privado, unas palabras con el rey».
«La vida es cara a los viejos, poco significa el honor, venderé con placer el secreto», así habló el picto al rey. Su voz era como la de un gorrión, chillona pero muy clara:
«Venderé el secreto, pero temo por mi hijo, a él la vida no le importa, la muerte no asusta a los jóvenes
Y yo no me atrevo a vender mi honor delante de mi hijo.
Llévatelo, oh rey, y átalo y lánzalo a las profundidades, y así podré desvelar el secreto que he prometido guardar».
Agarraron al hijo y le ataron cuello y talones a una correa y un hombre lo lanzó como una piedra,
Lejos, con fuerza, y el mar se tragó su cuerpo, como el de un niño de diez años.
Y en el acantilado quedó el padre, el último de su pueblo.
«Es verdad lo que os dije, que sólo temía a mi hijo porque dudo que los imberbes tengan coraje.
Pero ahora la tortura es inútil, el fuego será en vano.
En mi pecho morirá el secreto de la heather ale«
Otra mención importante que debemos hacer es la del escritor Charles Bukowski (1920-1994) y su poema llamado «Cerveza». Bukowski es considerado uno de los escritores estadounidense más influyentes y símbolo del realismo sucio y la literatura independiente, odiado y amado a partes iguales.
He aquí su gran poema a esta gran bebida:
«No sé cuántas botellas de cerveza consumí mientras esperaba que las cosas mejoraran.
No sé cuanto vino, whisky y cerveza, principalmente cerveza consumí después de haber roto con una mujer esperando que el teléfono sonara, esperando el sonido de los pasos, y el teléfono no suena
sino mucho más tarde y los pasos no llegan sino mucho más tarde.
Cuando el estómago se me sale por la boca, ellas llegan frescas como flores en primavera:
-”¿Qué carajo hiciste?
Pasarán tres días antes de que puedas follarme”
Una hembra dura más, vive siete años y medio más que el macho, y toma muy poca cerveza
porque sabe que es mala para la silueta.
Mientras nos volvemos locos ellas están fuera bailando y riendo con muchachos divertidos.
Bueno, hay cerveza, bolsas y bolsas de botellas vacías de cerveza y cuando levantas una
se desfonda y las botellas caen rodando entrechocándose derramando ceniza gris húmeda
y cerveza vieja o las bolsas caen a las 4 de la mañana produciendo el único sonido en tu vida.
Cerveza, ríos y mares de cerveza, cerveza, cerveza, cerveza.
La radio pasa canciones de amor mientras el teléfono permanece en silencio y las paredes se ciernen
y cerveza es todo lo que hay.»
Cabe destacar también la aportación del escritor irlandés Flann O’Brien, uno de los mayores expositores del siglo XX de dicho país. O´Brien redactó el poema “The Workman´s friend” o “La amiga del trabajador», en el que hace un relato de las penurias cotidianas del hombre común de aquella época.
«Cuando las cosas van mal y no resultan bien, a pesar de que hagas lo mejor que puedas,
Cuando la vida se aprecia negra como la hora de la noche, una pinta de plain porter es lo único que te puede ayudar.
Cuando el dinero es limitado y difícil de obtener y tu caballo también se ha marchado,
Cuando todo lo que tienes es un montón de deudas, una pinta de plain porter es lo único que te puede ayudar.
Cuando la salud está mal y tu corazón se siente extraño, y tu cara está pálida y lánguida,
Cuando los doctores dicen que necesitas un cambio, una pinta de plain porter es lo único que te puede ayudar.
Cuando el alimento es exiguo y tu despensa saqueada y no hay tocino para engrasar tu pan,
Cuando el hambre aumenta y tus comidas son escasas, una pinta de plain porter es lo único que te puede ayudar.
En tiempos de problemas y conflictos fatales, en que aún no has conseguido tu planificación deseada
y en que todavía puedes tornar a una vida más brillante, una pinta de plain porter es lo único que te puede ayudar.»
Y para terminar dos menciones más, aunque podríamos hacer muchísimas. Por un lado la del escritor ruso Fiódor Dostoyevski en su gran obra «Crimen y castigo» donde a través de su personje central, Raskolnikov, hace varias menciones a la cerveza. Una de ellas es esta:
«¿Te acuerdas de Zosímov? Te ha examinado muy atentamente y en seguida ha dicho que no era nada grave, un ataque a la cabeza algo así, una alteración de los nervios. La alimentación era escasa, ha dicho, con poca cerveza y sin rábanos picantes, y de ahí la enfermedad; pero no es nada, todo pasará.»
El gran escritor estadounidense Edgar Allan Poe también nos dejó este magnífico poema con un final apoteósico:
«Lleno de mezcla de crema y ámbar, volveré a vaciar el vaso otra vez, en busca de hilarantes imágenes, por los recovecos de mi sien.
Ideas delirantes, fantasías más extrañas, cobran vida y se desvanecen.
¿Qué importa si el tiempo avanza?, hoy cerveza beberé»
Podría seguir hablando de esta bonita relación entre literatura y cerveza horas y horas, páginas y páginas, pero la sed me reclama.
Recordad lo que dijo William Shakespeare que “la mejor cerveza está donde van a beber los monjes”
Salud¡¡
Como este artículo va también de libros y literatura, me he acordado de un gran sumiller y apasionado librero italiano, Favio Barucci. Espero que lo disfrutes compañero.